domingo, 21 de agosto de 2011

Es de noche, no importa...

Es de noche, no importa.
Sé que la opinión de los demás te importa pero...
¡es de noche, no importa! ¡Nadie nos verá!

Déjame que acaricie tu cabello, poco a poco
hasta no acabar nunca.
Déjame que persiga los rayos de luz más allá de tus ojos
y, con suerte, me pueda perder en ellos.
Déjame que te abrace, así, déjame que te abrace.

¡La noche es nuestra! ¿Qué importa el mañaña
si sabemos que hoy no va a acabar nunca?

Entrégate a la noche y déjame beber,
en chupitos de locura,
el licor plateado que guardas entre los labios.
Un beso más, tan sólo uno,
y la noche será nuestra.

¿Ves cómo la opinión de los demás no importa?
Cuando uno bebe veneno a conciencia,
no hay rumor que espante, no hay clamor que se oiga.

Un beso más, sólo uno,
y la noche será nuestra.

Una farola se apaga y en el lugar el silencio enmudece.

¡Es de noche, no importa!

Valencia


Hace un mes, quizá algo más, sé que volaba hacia un lugar lejano y casi extraño. Formas y colores me llegaban envueltos en un suave perfume de memoria.

Fue un sueño nada claro, vago en sabores olvidados. Sin embargo, recuerdo perfectamente la alegría de todos aquellos instantes soñados en calles derretidas por el sol de verano. Calles que hoy busco (¿también en sueños?). Recuerdo, puedo decir que recuerdo haber encontrado todo tipo de sonrisas: sonrisas alegres, sonrisas chillonas, amables, sonrisas infantiles y cálidas y sonrisas sin ruido, sonrisas tristes, por poco tristes y sonrisas felices, esperanzadas, sonrisas expectantes, dormidas e incluso sonrisas enamoradas. Encontré bromas inesperadas, carcajadas sinceras y aleteantes, playas resplandecientes de espuma cálida, amaneceres con cierto rubor de eternidad. Encontré pasajeros locos de trenes locos, hogueras ardientes y estruendosas de pasión escondida, duendecillos traviesos y al mismo tiempo fieles hasta la médula e, incluso, encontré diseñadores de moda. Y, cuando me giré, hallé los brazos de un amigo que me abrazaban. Gestos que rara vez se pierden y jamás se olvidan.

No obstante, me dije, era un sueño. Y, como todos los sueños (buenos y malos), termina cuando la noche acaba. Crucé los dedos para que la luna nunca escapara del cielo y, sin quererlo, abrí los ojos en ese mismo momento. Abrí los ojos y me encontré en una calle sin nombre de Valencia, con los dedos cruzados y rodeado de amigos. Yo sabía que, a pesar de estar despierto, seguía siendo un sueño que acabaría en algún momento. Pero era un sueño demasiado bonito como para pensar en ello.

jueves, 11 de agosto de 2011

Un poema cabe en un beso

"¿Comprendes ya que un poema 
cabe en un verso?" (G. A. Bécquer)


Bebería todos y cada uno de tus cabellos
como si fueran oro fundido por el sol de verano.
Mi garganta ardería y mis sentidos se embotarían
como quien toma una copa de olvido.
Bebería todas y cada una de las notas de tu voz, dulce,
los dientes blancos de tu sonrisa perfecta y cálida,
los radios del iris castaño e infantil
que se esconde tras tus pestañas.

Es triste y patético que escriba en un papel
penas lejanas que ya nadie recuerda
y deberían ser olvidadas.
Es bien triste que escriba en un cuaderno, sin mi cariño,
frío y verde y con menos esperanza que un montón vago
de hojas rotas, melancólicas.
¿De qué sirve escribir?
Es verdaderamente triste que no salga corriendo
a la calle (no importa, es de noche, lo sé, no importa),
tome el primer vuelo (es de noche, no importa),
coja el primer taxi (es de noche, no importa)
y entre furtivamente en tu casa (¡es de noche, no importa!).
Te preguntaría si puedo
escribir este poema en tus labios.

miércoles, 10 de agosto de 2011

El escondite


Juego al escondite con el Amor
y es terrible que nunca nadie gane.
La lleva Él.
Si yo me levanto, Él se agacha
a buscarme con bromas pobre.
Corro y el se sienta
y me llama lastimeramente desde la lejanía.
Hay veces, incluso, queriendo perder a propósito,
que voy a buscarlo yo mismo.
Entonces me doy cuenta de que el juego ha cambiado.
Ahora soy yo quien la llevo
y Él quien se esconde.
Lo busco (lo sigo buscando) y no lo encuentro.
Mientras yo creía que aún me perseguía,
Él se elevó poco a poco,
cansado de juegos de niños,
lejos, muy lejos.
 

miércoles, 3 de agosto de 2011

Aniversario de Oxford


Hace un año que volví de Oxford
y aún no sé (o no quiero saber)
qué perdí allá lejos
para que no pueda dejar de mirar las dulces fotografías
de aquellas viejas tardes de verano.