martes, 24 de junio de 2008

Felicidad

Después de repasar los poemas, el timbre sonó. Abrí la puerta. Llegaba una nueva paciente, una joven de rizos castaños, que aún no había alcanzado la mayoría de edad.

-Buenas -saludé.

-Hola, Mario -me respondió, mientras la acompañaba y nos sentábamos en sendos sillones- A ver, venía a ver si me podías ayudar. Es que tengo algunos amigos que son felices, pero yo no sé como hacen para serlo -terminó haciendo una mueca.

-Vamos a ver... mmmm... lo primero, hay que completar lo que has dicho. Sí, serán felices, pero no del todo, pues no se puede, entre otras cosas, porque no creo que haya un límite. Luego... vamos a ver, yo como felicidad no identifico a un estado más o menos momentáneo producido por cosas suerficiales como que España gane la Eurocopa cosas así, a eso, por lo menos yo, me refiero como estar contento o por el contrario triste. La felicidad yo la entiendo como un periodo de tiempo más o menos largo, nunca un momento (salvo alguna excepción muy muy casual como que te dan una noticia buena de algo personal y luego enseguida te la desmienten). Siempre algo importante, nada superficial del estilo de lo que comentaba antes.

-Vale, entiendo, pero me gustaría si pudieras ayudarme a ser más feliz -comentó interrumpiéndome.

-Sí, todo a su tiempo, no te preocupes -respondí mientras le sonreía- A ver, para ser feliz es muy importante una frase que me gusta mucho de un filósofo existencialista muy famoso, Jean Paul Sartre, que dice así: "Felicidad no es hacer lo que se quiere sino querer lo que se hace." Es decir, la felicidad no la vas a encontrar haciendo lo que quieras, sino disfrutando lo que haces. Invita a disfrutar las cosas que haces, ya sea algo que te guste, como quedar con tus amigos, tanto como que no, como ir a clase. Debes disfrutar de todos los momentos. Además -continué-, debes estar contenta contigo misma, debe gustarte como eres, tanto el exterior como, especialmente, el interior. ¿Estás a gusto contigo misma?

-Bueno, más o menos... -respondió, dudosa.

-Bueno, no está del todo mal, pero se puede mejorar. Empezando por: ¿de qué te sirve no estar contenta contigo misma si no puedes cambiarte, por lo menos no mucho? Empezamos con el físico: dejando aparte de que siempre se puede pensar que, y más en tu caso, siempre hay mucha gente peor, pero aunque no la hubiera, ¿de qué te sirve traumatizarte? ¿Van a cambiar las lágrimas, el mal humor y la tristeza tu cuerpo? No. Ahora vamos con el interior. Cada persona tiene una parte interior admirable pero que no cualquiera puede ver. Hay casos en que no se encuentra a esa persona, la parte admirable va desapareciendo al no ser reconocida y se va implantando la parte llamémosla mala. Pero no es tú caso, ¿verdad?

-No -respondió, atenta al discurso.

-Bien, pues prosigo con lo que iba, todos tenemos una parte admirable, algunos más otros menos, y tanto los demás, como nosotros mismo especialmente (y lo que más viene al caso) debemos apreciarla. Si tenemos algún defecto, ¿qué importa? Todo el mundo tiene defectos, sería muy aburrido ser perfecto. Esto no quiere decir que si tenemos alguno especialmente malo no intentemos luchar contra él, sólo que nunca nos desesperemos demasiado por tenrelo o tenerlos. Y luego, otra vez como antes, ¿de qué sirve llorar, apenarse o enfadarse consigo mismo por ser como se es? Como dice mi gran ídolo, Jorge Bucay: "Cada uno es como es, no como el querría ser, ni como los demás querrían que fuera."

Hice una pausa para recobrar aliento.

-Luego está el tema de "los demás". "Los demás" suelen ayudarte a ser feliz, pero hay casos en que es todo lo contrario e incluso llegan a crear graves problemas. Sin embargo, como he dicho antes, todos tenemos alguna cualidad que alguna persona puede valorar, por lo tanto todos deberíamos poder tener amigos. Hay casos en los que no se logra encontrar a estas personas que te valoren verdaderamente, pero no es el tuyo, ¿verdad?

-No, no es el mío.

-Bien. Ahora llegamos a la parte menos importante: las cosas físicas de las que disponemos, como dinero, ropa... etc. Esto nunca debería plantear un problema. Nunca deberíamos dejar de ser felices por no tener ropa de esa mara o por tener menos dinero que el vecino. Es una gran estupidez. No toco mucho este tema porque lo veo más que evidente y es un caso que sólo aparece muy raramente.

-No, eso tampoco es problema para mí.

-Bien, ahora llegamos a una parte que sí que es importante, quizá la que más después de la de aceptarnos a nosotros mismos. Es la de lograr tus sueños. Esto es importante para ser feliz. No hace falta que sean todos, es más, no deben ser todos, pues entonces, como ya dije con la persona perfecta, sería aburrido. A la mayoría de la gente "normal", y hablo de estos por ser a lo que perteneces y este discurso sobre la felicidad va para ti, se le cumplen los suficientes sueños como para ser feliz, en muchos casos incluso más -dije mientras veía que ponía una mueca de no estar de acuerdo del todo-. Otra cosa es que no se sepan apreciar, pero ahí volvemos a otro problema que nos ha salido también en otros temas, y que aquí voy a resumir: has de saber apreciar todo lo que eres, tienes y te dan -paré y la miré para que dijera algo.

-Entiendo... Muchas gracias -me dijo sonriente.

-De nada, siempre es un placer ayudar -respondí, devolviéndole la sonrisa.

-Bueno, creo que no volveré ya más por aquí, era sólo esta duda, pero seguro que nos veremos algún día aunque no sea en esta consulta sentados en sillones.

-Eso espero. Adiós.

-Adiós.

Salió de la consulta dirigiéndome un último gesto con la mano que le devolví. Otro día acababa, era hora ya de volver a casa. Recogí todas mis pertenencias y salí de allí, rumbo a mi casa, más concretamente a mi cama, en busca de descanso.

jueves, 12 de junio de 2008

Poemas 2

Estaba sentado en el sillón donde solía hacer pasar a mis pacientes, pasando las horas libres, entre consulta y consulta. Ya era algo tarde, así que las lámparas derramaban esa luz artificial que tan poco me gustaba sobre el papel que tenía delante, en el que estaba escribiendo, como solía hacer los ratos libres, esta vez era poemas:

¿Por qué?

¿Por qué llorar la muerte
si es inexorable?
¿Por qué buscar la felicidad desesperadamente,
si se ha de obtener sin ser buscada?
¿Por qué querer morirse,
cuando aún no se ha cambiado el mundo?
¿Por qué querer matar
y no empezar por matarse a sí mismo?
¿Por qué creer en la suerte
y no creer en los marcianos?
¿Por qué creer en dioses
por miedo al miedo?
¿Por qué negar la realidad
y sumirse en el ensueño de las mentiras?
¿Por qué preguntar,
si hay preguntas sin respuesta?

Pensar

Pienso que acostumbro a pensar demasiado.
Pienso sobre lo que he hecho,
sobre lo que estoy haciendo y lo que haré.
Pienso en cómo escribir estos versos.
Pienso en tantas cosas
que no paro de pensar.
Y, sin pensarlo, mientras pienso en esto,
pienso todavía más.

Sentimientos

Sencillamente complejos,
tienen complejo de sencillos.

Llorar

Llorar que esta mesa sea dura,
esta tinta roja
y estas palabras tengan sentido.
Que la hierba sea verde,
el mar azul y blanca la nieve.
Llorar que el terciopelo sea suave
y la espuma blanda.
Que el agua moje
y el fuego queme.
Llorar y llorar sin parar,
en el fondo,
porque no estás.

El barco de mi vida

Sentado a orillas del río
mientras el mundo oscurece,
despido al barco para no verlo más,
cansado ya de la travesía.
Ya es de noche,
el barco se fue,
todo se apaga,
pero ya no siento miedo,
no soy cadáver,
no soy cenizas,
no soy sombra,
ya sólo soy nada.

Caminar

Caminar en silencio,
solo y a la vez acompañado.
Elegir el devío bueno
y dudar de si se ha hecho bien.
Avanzar por el centro
o por los lados,
saltar obstáculos
y aprender de ellos.
Marcar un ritmo,
correr o andar despacio,
dar cada paso con cuidado,
en previsión de emboscadas,
tropiezos, trampas y arenas movedizas.

Dolor

Notar dura y negra la nieve,
áspero el terciopelo
y amargo el azúcar.
Sentir frío al lado de un fuego,
tomar una tierna caricia
por un duro golpe.
Embellecer el silencio,
pues cada palabra duele.
Lágrimas por las mejillas,
los puños apretados
y un nudo en la garganta.
Y donde estaba en corazón,
simplemente hay vacío, nada.

Infinito

Inacabada sucesión sin fin,
una historia interminable,
un montón de números que nunca acaba,
multitud de palabras que siguen por siempre,
un manantial de agua ininterrumpido.
Más que todo, menos que nada,
no razones sobre él,
pues es irracional.


Acabado este poema, me acomodé en el sillón para leerlos detenidamente, pero, de pronto, el timbre sonó, mi próximo paciente me esperaba.

miércoles, 11 de junio de 2008

Vida y muerte

El joven Jaume entró de nuevo, con pantalones piratas y camiseta corta, ropa propia de este tiempo, ya verano, y pelo algo largo. Se sentó en el sillón en frente mío y me saludó, se le veía triste aún.

-Hola de nuevo, Mario.

-Sí, aquí estamos para seguir lo que dejamos a medias el otro día. Estábamos hablando de la muerte, y de la vida también, pues ambos temas van muy relacionados, ya que me hablaste de tus temores. Bien, me gustaría que me respondieras a una pregunta, ¿eres feliz? -le pregunté, directamente.

Jaume torció el gesto, en una mueca de pensamiento, sé quedo unos instantes así y luego respondió:

-Supongo que no del todo. En mi vida fallan algunas cosas que me gustaría que fueran mejor. Por el trabajo por ejemplo no me puedo quejar, pero por ejemplo sí que me gustaría entenderme mejor con alguno de mis amigos y, sobre todo, comprender cosas, por ejemplo: ¿si hemos de morir, qué significado tiene esta vida? -preguntó angustiado.

-A ver, esta pregunta, como las del otro día, son muy comunes -empecé- Tu vida tiene el significado que tú le quieras dar, para algo es tuya. Y hay una cosa, que, no sé si habrás leído a Fernando Pessoa, un gran escritor portugués, reflejaba muy bien en alguno de sus poemas: ¿por qué empeñarse en sentirse desgraciado por algo que no puedes cambiar? Mi querido paciente, la muerte es irremediable, como ya sabrás, por tanto, no tiene sentido vivir lo único que vas a poder vivir apesadumbrado por lo que pasará después. Primero, por lo que comentaba de Pessoa, no tiene sentido preocuparse ni atemorizarse por algo que no se puede cambiar, ¿vas a dejar de morirte cuando llegue tu momento porque ahora te preocupes? Y si no es así, ¿qué sentido tiene preocuparse? Segundo, porque es una contradicción, por una parte no quieres dejar de vivir por miedo a la inexistencia, mientras que por este miedo te impides vivir la vida feliz, que es lo que buscas, pero sin darte cuenta te obstaculizas a ti mismo.
Has de disfrutar la vida, no como aquel que cree que la única forma de divertirse es emborracharse e ir de fiesta, hacer lo que se quiere, como muy bien dijo un conocido filósofo, Jean Paul Sartre: "Felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace." No has de dejarte llevar por los vicios, aunque estos te procuren placer, no verdadera felicidad, que es lo que de verdad hace bonita la vida, la verdadera felicidad. Para conseguirla tienes que hacer cosas que te gusten, tener amigos, querer a tu familia, a ti novia o cuando llegues a tenerla a tu esposa, querer a los que te rodean y que ellos te quieran a ti, no tener nada por lo que preocuparte, no tener enemigos, solo amigos y neutrales, vivir contento y feliz, pero VERDADERAMENTE contento y feliz. Es lo mejor de la vida, y has de intentar llegar a ser feliz, y para llegar no sólo hace falta desearlo, aunque también es importante, sino que tus acciones te ha de guiar a su obtención.

Jaume tenía un brillo de comprensión en los ojos, mientras que la apatía había desaparecido.

-Muchas gracias, Mario, me has ayudado a comprender muchas cosas - dijo mientras, llevado por la gratitud me dio un abrazo que correspondí.

-De nada, siempre me es un placer ayudar a cualquiera que necesite consejo -le respondí.

-Bueno, me parece que ya no volveré más, como mucho de visita, así que quería agradecerte todo lo que me has ayudado, eres una gran persona. Muchísimas gracias.

-De nada. sólo añadir qué sepas, que aunque te cueste creerlo, yo también aprendo de mis pacientes, y tú no has sido una excepción.

-Me alegro. Hasta siempre, Mario. Te recordaré, a ti y a tus consejos.

-Yo también lo haré. Adiós, espero que nos podamos volver a ver.

Jaume, tras despedirse, salió de la estancia. Siempre dolía tener que despedirse puede que para siempre de un paciente, especialmente de algunos. Pero así era mi profesión.

domingo, 8 de junio de 2008

Gloriosa existencia

Jaume entró por la puerta de la consulta, mi consulta en Valencia, por cuarta vez.

-Hola, Jaume -le saludé.

-Buenas, Mario -me devolvió el saludo.

-A ver, esta semana, no me preguntes por qué, he estado algo deprimido. Después de ese último poema que me recitaste antes de irme la sesión pasada, estuve pensando sobre este tema, la muerte. Estuve pensando en que pasaría después de morirte, si irías al Cielo o al Infierno, o a cualquier sitio por el estilo como dicen muchas religiones; o si te reencarnarias en otro ser como me parece recordar que decían los hindúes; o si, por el contrario, como afirman los ateos y decías tú en tu poema, no irías a ninguna parte, simplemente dejarías de existir. Y pensar en todo esto me deprimió mucho, pensar que puede que ya no sea nada después de esta vida.

-Bien, esta es un temor muy común, como puede que sepas. Precisamente, el miedo hacia lo que pueda haber después de la muerte ha sido, a mi manera de ver, lo que ha incitado a las religiones a predicar esas mentiras. Creo que un cuento te vendría bien. Este trata sobre una niña muy especial:

Nací un 25 de diciembre. Por lo que me contaron, nací un día bastante bueno, teniendo en cuenta que era invierno. Mi padre esperaba impaciente Mi padre esperaba impacientemente mientras mi madre daba a luz a una preciosa niña que se convertiría en lo que ahora soy. Todo fue bien en principio, todos se alegraron de mi nacimiento, la única que detectó algo extraño fue mi madre cuando vio un brillo especial en mis ojos, que luego pensó haberse imaginado.
Llegaron los análisis. Todo fue perfecto, excepto una cosa, una malformación genética me haría morir cuando cumpliera los dieciséis años. La alegría que había estado presente en los rostros de mis padres se esfumó rápidamente, y fue sucedida por largas noches de llantos.

Mi infancia fue feliz, como la de cualquier otra niña, pues mis padres me ocultaron mi desdicha, excepto que yo destacaba más que nadie en todas las asignaturas. Mis profesores se asombraban conmigo, así como mis amigos.
Mi infancia estuvo cargada de éxitos, sobresalía allá a donde fuera: concursos de matemáticas, de poemas, de novelas... Quizá en lo único que no destacaba era en estatura, que era más baja que la mayoría de las niñas de mi edad.
También tuve una hermana, una preciosa chiquilla que llevaría una vida normal.

Florecí a los siete años y, aunque no lo revelé hasta los nueve, sorprendió igualmente a mucha gente, excepto a mis padres, que ya estaban al tanto de las irregularidades de mi genética.

Con doce o trece años, yo ya tenía la madurez de cualquier chica de dieciocho años, así como mi inteligencia también, por lo que seguí, durante lo que me atrevería a decir que fue mi juventud, destacando en todo.

Ayer, yo contenta por ser hoy mi cumpleaños, cuando se acercaron mis padres con el rostro ensombrecido y me contaronlo que sabían desde hacía poco menos de dieciséis años, que, hoy, en mi decimo sexto cumpleaños, moriría.

Y aquí estoy, en la cama del hospital, rodeada de parientes y médicos, hoy, 25 de diciembre, maldito sea el día, aunque a otros le parezca bueno ya que es Navidad, rememorando mi vida cuando quedan pocos segundos para mi muerte. Muchas preguntas pasan por mi mente.
Ya sólo quedan diez, y me pregunto si mi corta existencia valió la pena.
Dicen que la verdad se nos es revelada justo antes de morir. Si es así, mi vida sí que me reció la pena.


-Esta es la historia de una desdichada niña que, como ella bien pensó, descubrió la verdad antes de morir -le dije tras terminar el cuento. Miré mi reloj- La hora ya ha terminado, así que ya hablaremos más extensamente sobre ello el próximo día. Hatsa entonces, Jaume.

-Adiós Mario.

Salió de la estancia y yo aún me quedé algo. Finalmente, tras haber reflexionado sobre varias cosas. Salí, de vuelta ya para mi casa.

sábado, 7 de junio de 2008

Poemas

Bueno, porseguimos hoy con otra consulta. Ya la tercera, ¡dios! ¡Qué rápido pasa el tiempo! Empecé hablándote sobre el frikismo y los "guays", proseguí con una breve historia sobre este tema también y ahora me gustaría que me dieras tu opinión sobre estos poemas que he compuesto:

"La soledad de estar sin ti" (1ª versión)

Sin ti, mi vida es un océano de hielo, frío y desierto.
Avanzo para no encontrar nada,
voy yéndome del mundo,
dejándolo a un lado.
Apenas veo qué tengo delante;
voy dejando de sentir,
amor, alegría, hambre, frío... todo se va.
Voy olvidando todo lo que recordaba:
el sonido de tu voz, el de la mía;
tu belleza, la de las demás cosas;
el sabor de la victoria, el de la derrota;
el de lo dulce, el de lo amargo;
voy olvidando pensar;
simplemente, sigo adelante y adelante y adelante...
para morir por fin.

La soledad de estar sin ti (2ª versión)

Mi vida sin ti es un océano de hielo
frío, oscuro y desierto.
Sí, aquel que antes fue cálido y luminoso mar,
aquel que surcaba contigo,
en esto se ha transformado.
Avanzo para no encontrar nada,
voy yéndome del mundo,
dejándolo a un lado.
Apenas veo qué tengo delante,
voy dejando de sentir,
amor, odio, hambre, frío...
todo se va.
Voy olvidando todo lo que recordaba:
el sonido de tu voz, el de la mía;
tu belleza, la de las demás cosas.
Voy olvidando el sabor de la victoria, de la derrota;
de lo dulce, de lo amargo.
Simplemente sigo adelante y adelante y adelante...
buscando mi fin.
Mas, cuando todo creía perdido
y más claro se presentaba mi final,
un tímido haz de luz aparece,
allá, en el horizonte.
Y dudo...
si seguir con mi cómodo tormento
o avanzar hacia adelante con esfuerzo.


Posibilidad

Puedes creer que la Tierra sea redonda,
que el universo sea infinito
así como la estupidez humana.
Puedes creer que Dios no existe,
que la religión es una mentira,
una de otras tantas que hay en este mundo.
Puedes creer que la vida es un sueño
y que los únicos momentos de realidad
nos llegan mientras dormimos.
Puedes creer que existe el infinito,
pues existen infinitas cosas en las que puedes creer.
Pero jamás digas siempre, jamás digas nunca;
jamás digas imposible, jamás digas seguro;
jamás confíes todo en una persona
y jamás desconfíes totalmente.
Pues la vida
es una duda constante.

Muerte

Larga partida hacia el más allá,
un más allá infinito, oscuro,
sin sentido ni sentimiento alguno.
Un regeso a nuestros orígenes,
a la inexistencia, al no ser.
Maldita partida,
maldito regreso,
maldita inexistencia,
maldito cadáver, polvo, cenizas, nada.

Bueno, ya se acabo la hora, estos son los cuatro poemas que te quería enseñar. Los dos primeros, que se parecen mucho, es que primero hice una versión, pero más tarde la retoqué, aunque creo que para que quedara mejor tendría que hacer una mezcla entre los dos. Luego el tercero y el cuarto los acabo de escribir ahora.
Hasta la próxima consulta, mi estimado cliente.

jueves, 5 de junio de 2008

Breve historia de un "guay"

En nuestra segunda consulta, proseguiremos con una historia:

<Mañana, otro aburrido día de colegio, menos mal que ya es viernes.> Fue lo último que pensé antes de quedarme dormido.
A la mañana siguiente, para variar, sonó el despertador. Lo apagué aún medio dormido y comencé la tediosa tarea de vestirme mientras daba tumbos y alguna que otra tos salía de mi boca. La mañana pasó sin pena ni gloria, clase tras clase, aburrimiento y más aburrimiento, únicos ratos mínimamente divertidos los recreos. Un examen fue lo único que diferenció este día de muchos otros. Aunque este fue también como el resto del día, aburrido. Matemáticas no era precisamente mi asignatura preferida, si es que había alguna, así que sumaría un suspenso más.

Aunque nunca era demasiado malo si lo mirabas con la perspectiva de que después de clase vendría la diversión. Después de comer, fui a salir con los colegas, ignorando el castigo de mis padres, pero estos me pillaron y el castigo quedó alargado un mes más.
Así que, qué opción, tendría que estudiar. Bueno, mas bien "estudiar". Poner un libro delante mientras hacía aviones de papel y jugaba con ellos, escuchaba música o alguna otra cosa entretenida. Las horas fueron pasando, y también pasó el día.

Llegado ya el sábado, con la escusa de ir a por el pan, me di una vuelta por ahí aprovechando para fumar un poco.
Por la noche, única parte de la semana, la noche del sábado, que no estaba castigado, salí con los colegas.
Ya algo tocados, acabamos en un bar, bebiendo y fumando sin parar. En este, encontramos alguna que otra chica que no estaba mal, y esto, sumado a la borrachera que llevábamos, nos hizo liarnos con ellas. Yo escogí que estaba especialmente buena, con bonito cabello castaño, buen culo y buenas tetas. Empezamos con un breve diálogo, seguimos con besos y caricias, y acabamos en la cama. No era a la primera que me llevaba, ni sería la última; sería, simplemente, una más. Aunque, a pesar de que me había liado con alguna mejor, estaba bastante bien, pues no todas las noches se conseguía buena cosecha.
A las 4 de la mañana volví a casa, con una buena borrachera, ya satisfechas mis necesidades como hombre aunque por edad aún no fuera del todo. Según me contaron después, parecía que estaba entrenándome al fútbol, deporte que practico y se me da muy bien, pues iba haciendo zigzag entre los árboles de la calle. Yo no recuerdo que fuera así, de modo que puede que me engañaran.
(Por si no queda claro, un efecto común del alcohol es no recordar lo que haces y que en ese momento pienses que estás haciendo todo bien y estás volviendo a casa haciendo zigzag entre los pivotes o los árboles de la acera)

Así fueron pasando los días, las semanas, los meses. De suspenso en suspenso, de cigarro en cigarro, borrachera tras borrachera, perdiendo la cuenta de las chicas que me satisfacían. Pero yo estaba contento. Era popular, guapo (motivo por el cuál las chicas no me negaban sus favores precisamente), muy respetado por mis colegas, quizá de los que más o el que más poder tenía, y un buen jugador de fútbol.

Cuando cumplí los 16, dejé la aburrida tarea de estudiar y me puse a trabajar de mecánico en un taller tuning. Hice buenas migas, especialmente con un chaval que había llegado en parecidas circunstancias que yo hace un año. Fue él por quien probé la coca por primera vez. Él también la había probado por primera vez cuando vino un año antes, se la transmitió otro del taller. No era la primera droga que tomaba, pues ya frecuentaba a tomar marihuana y otras hierbas, también añadir quizá el alcohol y el tabaco, que estos científicos tan chiflados consideraban drogas. Pero nunca una de este calibre, era lo mejor que había probado nunca. Me echaron del equipo por culpa de esta, pero sin duda merecía la pena. Además, esto mejoraba de buena manera, las ya de por sí solas muy satisfactorias relaciones sexuales.

Llegaron los 18 y cada vez estaba más adicto a las drogas, a cuya lista ya se habían sumado la heroína y el opio. Cada vez tenía más problemas por esto, peor yo seguía pensando que merecía la pena.
Esta noche, ya las 5 la mañana, con por lo menos tres polvos echados, seguía tomando más y más droga, quizá me estaba pasando un poco, pero merecía la pena. Seguí una media hora más, con dos tías de por en medio para la lista, cuando de repente, empecé a temblar violentamente y a toser. Mis colegas no se preocuparon en exceso, pues ya habían pasado cosas parecidas alguna vez, además de que no estoy seguro de que se dieran cuenta con la colocada que llevaban. A estos temblores empezó a sumarse un fuerte dolor de cabeza, parecía que me iba a explotar, me quedaba sin aire, no podía respirar, escupía sangre y mi corazón cada vez latía más deprisa, doliéndome fuertemente y amenazando con salirse del pecho. Este doloroso inigualable sufrimiento se prolongó durante unos instantes, que a mi parecer fue una eternidad. Pero, de repente, todo paró.


Y esta, mi querido paciente, es la resumida y breve historia de un joven "guay". Un joven, consumido en sus vicios. Una larga vida que aún le quedaba por delante, una carrera futbolística en su día prometedora, así como podría haber llegado a algo como escritor, pues de este fragmento sólo me he inventado el final, que lo vi con mis propios ojos, el resto es de su propio diario. Todo, destruido por las drogas y su obsesión por ser "guay".

La hora acaba de nuevo, el próximo día me gustaría que tratáramos un tema que tú mismo eligieras.
Nos veremos entonces.

miércoles, 4 de junio de 2008

Ser diferente, "friki"

Para empezar esta Consulta, vamos a comenzar hablando del llamado "frikismo", de ser raro, diferente, distinto.
Esta juventud de hoy en día, se podría dividir en tres grupos según este aspecto:

  • "Guays": aquellos que llevan la ropa de la misma marca "guay", juegan a los mismos juegos "guays" y tienen las mismas aficiones "guays". Para ser "guay" es imprescindible ser popular.
  • "Frikis": aquellos que no llevan ropa "guay" o, aunque la lleven, cumplen la siguiente condición, juegan a juegos "frikis", hacen actividades "frikis" o tienen aficiones "frikis".
  • Normales: es decir, no son "guays" pero tampoco "frikis", ya que no cumplen las condiciones de unos ni de otros, aunque si que en algunos casos cumplen alguna de las condiciones exigidas en cada caso, pero no las suficientes.
Se supone que ser "guay" es lo que sería mejor, pero no estoy muy de acuerdo. ¿Qué pasa, que son mejores aquellos que van vestidos igual? ¿Aquellos que hacen todos lo mismo, de la misma forma?
¿Qué pasa, que es malo leer manga o anime? ¿O jugar a algún juego "friki"? ¿O no jugar al fútbol ni ningún otro deporte porque ni se te dan bien ni te gustan? Y, si juegas, ¿tienes que ser de los mejores? ¿No se te puede dar mal? No es mi caso, pero estoy seguro que sí el de otros.

Creo que se critica demasiado a los frikis, ¿por qué no se pueden tener otras aficiones? Claro, lo mejor es que todos seamos iguales, y hagamos todo igual, para qué establecer diferencias, por qué ser diferente, con lo divertido que es ser igual...
¿Es imponer miedo en los demás la mejor forma de llegar a ser popular? ¿Que te respeten y te teman? Porque esta es la forma más habitual que tienen de actuar los "guays", atacar a los demás, especialmente a los "frikis". ¿Son peores por ser distintos? Dejando aparte que a mí me parecen mejores, digamos que por lo menos desde luego no son peores.

La hora de la Consulta ya ha terminado. El próximo día puede que prosigamos este tema con un cuento, sin él, o puede que prosigamos con otro tema.
Nos veremos entonces.